Año de la fe:
“Cuando no se transita por la puerta de la Fe, la puerta se cierra, la Iglesia
se encierra, el corazón se repliega y el miedo y el mal espíritu ‘avinagran’ la
Buena Noticia. Cuando el Crisma de la Fe se reseca y se pone rancio, el
evangelizador ya no contagia sino que ha perdido su fragancia, constituyéndose
muchas veces en causa de escándalo y de alejamiento para muchos.
El que cree es
receptor de aquella bienaventuranza que atraviesa todo el Evangelio y que
resuena a lo largo de la historia, ya en labios de Isabel: ‘Feliz de ti por
haber creído’, ya dirigida por el mismo Jesús a Tomás: ‘¡Felices los que creen
sin haber visto!’” (9 junio 2012)
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